Nuestros monstruos no son tales

“Si no está en tus manos cambiar una situación, siempre podrás escoger la actitud con la que la afrontas”. (Viktor Frankl). Transitamos por la vida pensando que todo aquello que nos rodea, impacta, ataca o emociona, conformará nuestra felicidad o tristeza. No podemos obviar que los agentes externos existen, que las dificultades ante las que nos sitúa la vida no son ajenas a nosotros. ¿Cómo no van a afectarnos?.  Sin embargo, escuchando y leyendo a Viktor Frankl, psiquiatra y víctima de la reclusión en un campo de concentración nazi en la 2ª guerra mundial, me replanteo que todos tenemos nuestra liibertad, esa libertad íntima en la toma de decisión y la ACTITUD con que queremos afrontarla.

Cuando las circunstancias adversas vienen dadas por la vida, poco podemos hacer para cambiarlas, pero la disposición de ánimo con la que las enfrentemos  nos permitirá vivirlas de un modo u otro.  Esto no implica que tengamos que negar la  realidad, ni reírnos a carcajadas ante un momento crítico, sino que debemos utilizar las herramientas que nos proporciona nuestra inteligencia emocional para una gestión adecuada de los sentimientos que derivarán de estas situaciones.

Y aquí vuelvo a la carga, que soy muy "pesá", para incidir en la importancia de la gestión emocional. No podemos preocuparnos por nuestros resultados académicos, profesionales, personales sin tener en cuenta que hemos de partir de nuestro autoconocimiento para desarrollarnos personalmente, y éste tiene que implicar los aspectos relacionados con nuestra libertad interior, esa decisión última, nuestra, personal, que nos proporcionarán el espacio para determinar la conducta oportuna.

Trabajo complicado, lo digo por experiencia, y en el que no vale decir: "yo...es que soy así".

Todos tenemos nuestros "así" pero la ejecución de los mismos nos permitirá tomar una posición u otra ante los condicionantes que nos presenta la vida. Y si esa actitud es la apropiada, no desaparecerán los monstruos que nos rodean, pero si podremos reducir su tamaño para poder luchar de igual a igual contra ellos.

Y de este modo...¿desaparecerá el terror al "engendro"?.  Pues no, claro que no, pero podremos mirarlo directamente a los ojos. Y en ese momento dejará de ser un ogro gigante, para convertirse en una adversidad, problema, conflicto.  Lo redimensionaremos para que no nos "coma".

Ahí reside nuestra valentía, en el conocimiento de nuestros miedos, para una vez etiquetados poder hacer lo que consideremos mejor para nosotros y nuestro entorno.  Y no salir "por patas" llevándonos por delante esos principios que habíamos construido para nuestro equilibrio.

Hay momentos en que no es fácil caminar por la vida, por eso me repito como un mantra: "que el tamaño de los monstruos dependerá del miedo que les tengas".