Bótox para las Cicatrices

Bótox para las CicatricesLas nuevas corrientes ponen de relieve temas que siempre han estado ahí. La novedad es que los incluyen en sus cursos de formación a empresas, en las charlas educativas de colegios o universidades, en máster de dirección…en general , en ámbitos públicos que antes se centraban en materias más racionales y lógicas y menos emocionales y creativas.

Ya he hablado en reiteradas ocasiones de la importancia de la Inteligencia Emocional para desenvolverse en cualquier situación personal o profesional. Ahora toca hablar de resiliencia: capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Y lo que es más importante, obtener un aprendizaje que nos de herramientas útiles para afrontar la vida.

Se habla incluso de generar una cultura de resiliencia en la empresa, nutriéndose del sentido de comunidad. Una obligación de levantarse por los demás compañeros de modo recíproco, avalada por la confianza que debe poner la gerencia en su equipo.

Conseguir esto forma parte de un entrenamiento, “aquí” no se regala nada.

Hemos de observarnos y conocernos honestamente, situarnos frente a nuestros problemas sin victimismo, confiar en nosotros mismos, trabajar la autoestima, establecer vínculos afectivos saludables, utilizar nuestro sentido del humor y la creatividad para relativizar nuestras angustias. Todo ello bajo el paraguas de la ética y la coherencia, manteniendo un criterio sólido entre lo que decimos y hacemos. Casi “ná”.

Pero si lo escalamos y miramos en “pequeño”, aplicamos estos puntos en muchas de nuestras acciones cotidianas cuando nos mueve el bien común. Trasladarlo a las grandes tragedias de nuestra biografía es mucho más complejo, pero los elementos para sobreponerse son los mismos y parten del talante a la hora de enfrentarlos. No puedo evitar en este punto volver a mencionar a Viktor Frankl, un verdadero héroe en lo que a resiliencia se refiere, para lo que os remito a mi post anterior “nuestros monstruos no son tales”.

Cuando pienso en la resiliencia, en el modo de aprender de las etapas más duras, me viene a la cabeza a modo de metáfora, mis risas con una amiga al comentar los deterioros físicos que va dejando el tiempo en nuestros cuerpo: las ojeras del estrés, la flacidez tras la maternidad, las patas de gallo (de risas o llantos), la solemnidad de las canas, las úlceras del amor y esa talla de más que se nos regala con el paso de los años. ¿No son estas cicatrices la aceptación y el aprendizaje de nuestro tránsito por la vida?, ¿por qué hay que rellenarlas de bótox en vez de aceptarlas y que conformen el mapa de nuestra experiencia?

Por supuesto esto no es un alegato en contra de la estética, ni su cirugía, (que corta más de lo que une), es afrontar con una actitud que nos permita sobreponernos y crecer. Obtener un logro por cada una de tus cicatrices y que la fealdad de las mismas te sea devuelta en el orgullo de un bonito tatuaje