Conectar para desconectar
33 horas. Así de simple. Así de numérico, así de cuantificable, así de concreto…
Pero ¿Se puede hacer tangible o intangible?
Tres meses pasando juntos las tardes de los viernes. Aprendiendo a vivir si n mochilas, a estar en el aquí y el ahora, aprendiendo a ser, a olvidarnos del hacer, a jugar con nosotros mismos, a desconectarnos para volver a conectarnos con nuestro yo más auténtico, a asumir riesgos y salir de nuestra zona de confort, a divertir a nuestro intelecto dormido a sentir con todo n nuestro corazón, a mirar con otro ojos, a querer crear y querer creer.
Tres meses saliendo y esperando a que algo diferente suceda y nos despierte del letargo de la ansiedad.
33 horas jugando con una simple pelota como si volviéramos a ser niños, 33 horas poniéndonos máscaras que nos ayudaron a descubrirnos, 33 horas esculpiendo el infinito, bajando círculos dorados y bailando con la imaginación.
Instantes que, aunque efímeros, perdurarán en nuestras cabezas toda la eternidad.
No importaba entonces el aplauso o el reconocimiento externo. Sólo el milagro del descubrimiento, de crecer, de inventar de soñar, de sentir.
¿Podría evaluarse un curso así en una sociedad que lo mide todo?
No, para esa sociedad estas 33 horas han sido un cero a la izquierda.
Pero ¿Y para nosotros?
Evaluad!!!!
Enhorabuena Equipo de conectiva 2015. EL curso que viene mas!!!!